Me llamo Gazto, me dicen que suena raro, pero es así.
Soy un chico jóven, o eso quiero pensar, contrariado con el mundo, con una barba poblada, que viste una ropa de lo más simple y lleva gafas de sol y que tiene muchos, muchos tatuajes.
Ahora mismo vivo en Zadar, una ciudad en el centro-oeste de Croacia. Aunque lo más probable es que si vuelves a visitar esta página en unos meses me encontraré en otra parte del mundo.
Un día, cansado del ruido que había en mi ciudad, y tras liquidar mis deudas, me eché la mochila al hombro y café en mano, me dedico a viajar por el mundo mientras sigo ampliando mi formación en ciberseguridad, intentando aprender idiomas y descubriendo otras culturas y religiones.
En un viaje en tren, lugar donde aprovecho para controlar los pequeños negocios que me generan los ingresos pasivos que me permiten este tipo de vida, pensé que sería bonito contar lo que hago.
Quizá mi historia no le interese a nadie o puede que lo escriba sólo para mí. Aún no lo sé, el tiempo lo dirá. Pero me parece un experimento curioso, y a curioso me ganan pocos, así que hete aquí.
Si te apetece seguir conociéndome, te recomiendo sigas leyendo, tranquilo, va a ser entretenido.
La bitácora de mi vida, o cómo un extraño antisocial le cuenta al mundo lo que hace sin venir a cuento.
Si me preguntasen de improviso: ¿Qué es esta página?, creo que lo definiría como un relato sincero de mi vida.
Y es curioso, porque siempre he sido muy reservado con mis pensamientos. La verdad, es que nunca he sabido cómo relacionarme con los demás, ni siquiera de niño y siempre he preferido estar solo.
Pero me gustaría puntualizar lo siguiente: estar solo no es lo mismo que sentirse solo.
De hecho, no lo hago en absoluto, me siento muy cómodo así y para mí es una de las mejores formas para estar en paz conmigo mismo, lo cuál es una de mis metas, que ya te contaré más adelante.
Sin embargo, estar solo tiene una desventaja y es que muchos pensamientos, que quizá podrían derivar en interesantes conversaciones, quedan en el olvido.
Al ser un rara avis y no tener redes sociales, no le cuento a todo el mundo lo que hago o estoy pensando en cada momento, así como tampoco subo fotos mías a internet, procuro cuidar mucho mi privacidad.
Un día de verano intentando refrescarme con los pies en remojo en el río Limmat en Zürich se me ocurrió que podía empezar a tomar notas de mis pensamientos, así que así empezó todo.
Con el paso del tiempo, me encontré con una libreta repleta de chorradas y pensamientos desconectados entre sí que se me ocurrían sin más mientras me quedaba ensimismado frente a un escaparate o viendo a la gente pasear con una sonrisa de oreja a oreja.
Hasta que un día, como te comenté antes, en un viaje en tren a Luzern llegué a la conclusión de que podría ser interesante un espacio donde compartir esas notas con mis ideas y pensamientos con alguien abiertamente.
Días más tarde creé esta página. Empecé a escribir mi día a día sin saber si todas estas historias tendrían algún interés para alguien. Pero mira por dónde, aquí estás tú.
¿Qué estoy haciendo con mi vida?
Con el paso del tiempo y experimentando, he ido cambiando la forma en la que trato de organizar esta página, porque francamente, a medida que iba añadiendo más y más ideas, terminó siendo como mi antigua libreta. Un caos absoluto.
De momento la mejor manera que he encontrado es organizarla por capítulos.
En cada capítulo voy anotando ideas y pensamientos que antes iban a la libreta y una vez que tengo ideas suficientes para escribir una historia, la comparto contigo.
Esas historias, como yo las llamo, considero que son unas guías donde te cuento cómo hago yo las cosas, por qué las hago de esa manera y por qué a mí me funcionan, o no.
Estos son todos los capítulos (actuales) de la historia de mi vida:
- Bonjour, mon ami: siempre que puedo intento aprender un nuevo idioma, en ningún caso me considero políglota, pero al menos trato de defenderme. Ahora mismo estoy aprendiendo ruso.
- Manos a la obra: hace tiempo aprendí que se podía vivir muy bien tras dedicar tiempo y esfuerzo a generar negocios que dieran un dinero cada mes, aunque fuera poco, hoy vivo de ello y me limito a cuidar mis ingresos pasivos.
- Un paseo por Wall Street: me encantan las finanzas, las inversiones y la economía, disfruto leyendo e invirtiendo, pero sobre todo he conseguido ser financieramente independiente, una meta hecha realidad.
- Más libros, más libres: aunque deteste la política, no puedo estar más de acuerdo con Tierno Galvan, autor de esta frase. Siempre me verás con un libro en la mano y existen muchos libros marcaron mi vida.
- El hombre que no usaba armarios: también es cierto que me cambio de casa a menudo pero un día decidí deshacerme de todo, tenía una inmensa cantidad de cosas que no usaba nunca. Ahora tengo las cosas que necesito y llevo conmigo, el resto, sé perfectamente dónde encontrarlas sin rebuscar.
- De la pluma y el papel, al teclado y la nube: he llegado un punto en el que he visto que no se me da más del todo escribir, hay gente que hasta sigue mis recomendaciones aunque no sé bien por qué. Aquí cuento pequeñas historias que podría considerar consejos a un yo anterior.
- ¿Tienes algo suelto?: en principio tenía pensado escribir un documento dentro de mi capítulo sobre economía, pero la verdad, cada vez se me ocurren más chorradas para ganar unos eurillos fácilmente.
- La caja de galletas llena de botones: ¿no había en vuestra casa una caja de supuestamente de galletas llena de todo tipo de botones por si alguna vez se necesitaba uno? Eso es este capítulo, experimentos, dudas existenciales, pensamientos irracionales, etcétera.
- La curiosidad mató al gazto: me gusta conocer el por qué de todo, desde niño, saber cómo funcionan las cosas y por qué son así, muchas veces descubro cosas interesantes y tomo apuntes sobre ellas.
- ¿Oficina? Ni en sueños: tengo claro desde hace mucho tiempo que mi sitio no está en una oficina, soy infinitas veces más productivo con mi método de organización que compartiendo mesa, cubículo o sofá (por aquello de las oficinas mega guays) con gente que siquiera me cae bien.
- No dejes para mañana lo que puedas comer hoy: no me cuido en exceso, no me preocupa mucho mi alimentación y procuro comer de todo, quizá sea un error o alguien lo vea como una virtud. Pero sí procuro probar todo lo que me sea posible.
- Sueños de juventud: metas de adulto. A eso se resume todo, lo que quería ser y no fui, pero sin embargo terminé siendo. Soy lo que soy gracias a mis decisiones y a lo que una vez imaginé que querría ser.
- Pensar es el trabajo más difícil que existe: que decía Henry Ford. Mis pensamientos, quizá desordenados, cómo organizo mi día perfecto, cómo llego a una conclusión, etc.
Y después, dejando a un lado los capítulos de mi vida, en un rinconcito hay un blog al que podría denominar el cajón de sastre, todo lo que no tiene cabida en uno de los capítulos va ahí.
Hay cosas a las que no soy capaz de encontrarles la coherencia necesaria como para incluirlas en un capítulo ¿te atreves a echar un vistazo?.
Aquí tienes a mis últimas publicaciones:
Pendiente.
Los sueños a los que nunca renuncio terminan siendo mis metas.
Siempre he sido muy idealista, ya me lo decía mi madre, de niño pretendía imposibles y hoy en día sigo haciéndolo.
Sin embargo hay cosas con las que soñaba de pequeño y que aún hoy creo que son hechos posibles, quizá no por mí, yo no estoy aquí para curar el cáncer o acabar con el hambre en el mundo.
De eso se encargan otras personas, y otras personas con más poder, se encargan de que esas personas que lo intentan no lo consigan. Pero sí que sueño con cosas que, desde mi punto de vista, son factibles. Y esos sueños, factibles al menos en mi mente, los convierto en mis metas.
Te pongo unos ejemplos:
- Creo que la educación debería ser gratuita y accesible para cualquiera. No voy a entrar en modelos educativos porque sería perder el tiempo, sino el conocimiento, el real, el no manipulado, ni “verificado” debería ser libre y el que quiera saber, pueda saber con un puñado de clicks.
- Los libros deberían considerarse sagrados, bueno, hay ciertos libros que se publican actualmente que son mera propaganda ideológica y con los que no estoy de acuerdo, pero los clásicos, debería ser uno capaz de obtener cualquier copia para su disfrute a menos de media hora de donde viva.
- Ser financieramente independiente no es un sueño, es uno de mis mayores objetivos, por desgracia sé ver hacia dónde va el mundo, sobre todo la parte occidental, orientado al control absoluto y totalitario. Detesto el control por parte del Estado, detesto el Estado y haré todo lo posible por escapar de sus largos y profusos tentáculos, y tú también deberías.
- Aprender todos los idiomas que pueda es algo que llevo haciendo desde que tenía 18 años y al salir por primera vez de mi país vi el tiempo que había desaprovechado en la escuela básica sin estudiar idiomas, no quiero ser un políglota, no quiero fardar en absoluto, pero en cuantos más idiomas sepa defenderme, mejor para mí.
No hay nada maś satisfactorio que te hablen en cualquier lengua en un país en el que te encuentras de paso y sepas responder “más o menos” a lo que te han preguntado. - Conseguir más y mejores certificaciones en ciberseguridad. Sinceramente, nunca he creído en los currículum, he tenido la suerte de hacer procesos de selección en ambos lados, para contratar y ser contratado, nunca entenderé el valor que se le da en ciertos países a tener un título.
Prefiero mil veces una persona que sepa hacer una cosa y ver el entusiasmo en sus ojos al hablar de ella que la que me presenta el título sin más, pero, por mero “egoísmo” quiero las certificaciones para mí y eso que no soy de colocarlas en una pared. - Escribir un libro. Dirás pues qué típico, pues sí, es así de sencillo, es típico, es común, ahora bien ¿sobre qué? Podría escribir sobre un tema muy polémico y tener que editarlo y publicarlo yo mismo, ya no sería tan típico ¿verdad?
Escribir un libro puede parecer tarea fácil, siempre que se escriba sin contrariar la opinión pública ni tocar temas delicados ¿pero y si no fuera el caso? Ahí es donde me gustaría verme a mí, por eso aun es un sueño y no un hecho. - Encontrar un cuerpo celeste y ponerle nombre, no sabría ni qué nombre ponerle, pero recuerdo de niño pasar horas mirando el cielo en una ciudad con una contaminación lumínica impresionante.
Pero me quedaba ensimismado sobre el inmenso tamaño del cosmos, eso sí que, de momento, será un sueño porque aunque algún día pretendo comprar un telescopio, no está entre mis prioridades.
Como ves, son sueños de lo más sencillos ¿O no? ¿Esperabas otra cosa? Simplemente soy un mero personajillo que se dedica a viajar, ganar algo de dinero y disfrutar de la vida el tiempo que me quede en ella.
No busco ser especial, mi intención es pasar desapercibido.
No voy a cambiar el mundo, no quiero hacerlo.
El que no sabe creer, que no sepa.
Decía Antonio Porchia sobre las creencias. Muchos optan por diferenciar creencias entre positivas y negativas, yo no hago tal distinción, al menos creo que no es a mí a quién corresponde hacerlo.
Lo que creo, lo creo a fé ciega y al que no le guste, allá él, no es mi problema. Este podría ser mi principal dogma, me importa un pimiento lo que opinen de mí, de la forma en la que me comporto o de mi forma de ser.
Siempre ha sido así y, dentro de lo malo, me he comportado. He podido gritar, chillar, responder, contestar de mala manera, humillar por alimentar mi ego, pero nunca lo he hecho.
Me enseñaron a callar, a escuchar y aprender, ahora bien, la vida me ha dado tantos palos que ya no paso ni una. Y si he de decir algo, siendo consciente de que soy yo el que tiene razón, lo digo y más si me importunan de malas maneras.
No tolero la falta de educación, no me refiero a la educación lectiva, sino a las formas mínimas de comportarse correctamente. He tenido la suerte de vivir en muchos países del mundo y en la mayoría, la gente por la calle es educada, respetuosa con la propiedad, si sonríes te devuelven la sonrisa, sin embargo, en otros como en mi tierra natal, es todo lo contrario.
No lo reprocho, a la gente la educaron de manera de que lo público es de todos y que se puede hacer lo que se quiera, que si rompo o ensucio algo, ya vendrá otro a limpiarlo, total, para eso pagamos impuestos. No, eso no es así. El civismo por desgracia en algunos lugares se perdió y veo complicado por no decir imposible que vuelva.
Por suerte, ni piso ni tengo intención de volver a pisar esos lugares en los que me encontré esos comportamientos, soy un ciudadano libre, por mucho que los políticos y medios de intoxicación masivos estén empeñados en hacerme creer que no lo soy, y puedo pasearme por países siempre que cumpla las normas, me comporte y me vaya cuando me tenga que ir.
Siempre hay que ir con la verdad por delante. Siempre. Que nunca te pillen en un renuncio, eso es… bochornoso y lamentable. Si un oficial de inmigración te pregunta cuánto tiempo tienes pensado quedarte en el país, dile la verdad.
¿Qué vas a hacer? Alquilar esta casa por tres meses, trabajar en mi casa y gastar dinero en su bonita ciudad, cuando llegue el tiempo de irme o antes, me iré a otro lado y si me gusta mucho, volveré aquí a ver si tengo la suerte de volver a hablar con usted para pedirle que me de un visado por otros tres meses más.
En la vida hay que ser honesto, hay que ir con la verdad por delante. Me han engañado muchas veces y por suerte o por desgracia, sé cuándo me las están intentando dar con queso. Y sinceramente, que me engañen o intenten manipular para aprovecharse de mí, es de las cosas que menos me gustan y menos tolero.
Durante el tiempo que pasamos muchos arrestados o confinados en casa —elija la opción que más se acerque a su realidad— me di cuenta de la auténtica maldad del ser humano.
Observé tal vileza en personas, teóricamente buenas, que incluso me sorprendió. Desde aquellos tiempos todo cambió, ví que vivimos rodeados de demonios, sí, creo en los demonios.
Cualquiera que haya estudiado religión lo sabe y yo procuro estudiar todas las religiones que me parecen interesantes porque de todas aprendo algo. Y vuelvo, al tema que me desvío, vivimos entre demonios, como en el clásico «Están vivos» («They Live» en original), de John Carpenter.
¿No la has visto? Alquila esta película ahora mismo, o mejor compratela, porque es el mundo en el que vivimos, tu, yo y el resto de mortales que pululan por la tierra, sea cual sea la patria cada que cada uno se identifique.
Verás, que tristemente no me equivoco, la tengo añadida a la lista de películas y libros que me cambiaron la vida, también tengo un apartado de cosas y situaciones que me cambiaron la vida, donde cuento cosas bastante más personales.
En estos documentos puedo llegar a ser muy cruel, pero como decía anteriormente, son mis principios y si no le gustan, me da igual.
Éstos son mis principios, y si no le gustan, lo siento.
Algo que no comparto con la dichosa frase que se le atribuye a Groucho Marx (sí, se le atribuye porque no está documentado que fuera él quien la dijese per sé) sobre los principios, es el final. Mis principios son mis finales.
Pocas cosas pueden hacer cambiar mis principios, muy pocas cosas, quizá algún acontecimiento de tremenda trascendencia como aquellos momentos que cambiaron mi vida o el descubrimiento de una nueva parte de mi ser mientras continúo con mi estudio de las religiones.
Hago esta lista ahora mismo (abril de 2021) en Suresnes, un lugar bastante tranquilo que pertenece al área metropolitana de París pero que tiene poco que ver, aquí la vida es bastante más tranquila que en París centro.
Cuando la actualicé, si es que se da el caso, dejaré constancia de ello.
Sobre el trabajo
Pienso que en el trabajo hay que darlo todo y un poco más. Yo soy muy trabajador, y lo he sido incluso más cuando he estado trabajando para otros, puesto que de eso dependía seguir conservando mi trabajo, me gustase o no.
He conocido mucha gente que piensa que en el trabajo hay que hacer lo justo porque la empresa no es tuya y no la vas a heredar.
A mi eso me trae sin cuidado, a mi cuando me han contratado he procurado hacer lo máximo posible. No me importa lo que hagan los demás, ni sus objetivos vitales, me importan los míos y siempre he procurado aportar para mejorar y si he tenido una idea, procurar expresarla pues cuanto mejor le vaya a mi empleador, mejor me irá a mi.
Entiendo que haya gente que busque hacer lo mínimo porque si se acaba ese trabajo, encontrará otro y como digo antes, lo respeto tolero, he trabajado con mucha gente así, pero yo no nunca he entendido un trabajo de esa manera, no voy a empezar a hacerlo ahora.
Si no te gusta tu trabajo, déjalo y busca otra cosa. Quizá no puedas hacerlo de un día para otro, puede que tengas que formarte o buscar alternativas, pero no vaguees en tu trabajo, pienso que es una de las peores impresiones que puede dar una persona, ser vago porque haga lo que haga me pagarán igual y cuando se cansen me echarán.
Nunca sabes qué vueltas dará la vida ni con quién te volverás a encontrar en el futuro. Deja siempre una buena impresión.
Sobre los impulsos
He practicado mucho para dejar de ser impulsivo en ciertos aspectos de mi vida. Siempre he sido muy impulsivo, en todo, pero cada vez menos.
Cuando comencé a invertir en bolsa me di cuenta que las decisiones basadas en impulsos solían salir bastante mal con el tiempo. Después cuando empecé a comprar criptomonedas se me terminó de quitar la impulsividad.
Ahora procuro analizar todo lo posible cada situación, ante una decisión hay que estudiar las posibles consecuencias de cada acto. Luego el tiempo te dará la razón, o no.
En la vida se aprende a base de palos y hay que recibir muchos para curtirse. Cuantos más palos te lleves, más experiencia tendrás para hacer tu lista de pros y contras ante una situación.
También el haber estudiado religión me ha ayudado a encontrar algo más de calma interior y a tomarme las cosas de forma más relajada. Ni FOMO, ni leches. Si pierdo una oportunidad, vendrá otra. No hay más.
Analizar y sopesar, pero sin dormirse en los laureles. Por eso leo todos los días todo lo relevante relacionado con mis negocios, mis inversiones, mis estudios y mis intereses.
¿Cuesta? ¡Claro! Como he dicho más arriba, la vida no es fácil.
Sobre la curiosidad
Soy una persona curiosa por naturaleza, me encanta y procuro saber el por qué de todo lo que me importa. De pequeño, muy pequeño, pasaba las tardes desmontando radios y relojes que mis padres recogían de la calle para ver qué había dentro y volver a montarlos.
Me apasiona la curiosidad, por eso me apasionan temas tan dispares como la física o la religión. Una persona que no sea curiosa para mí no merece la pena. Sinceramente, sería una relación incompatible.
No puedo concebir el no tener interés por nada, despertarse por la mañana y no cuestionarse nada, hacer la vida como un mero autómata y sorprenderse cuando las cosas vienen mal dadas.
Me encanta estudiar, me encanta aprender, cuando hace décadas me conecté por primera vez a internet fue una sensación casi indescriptible, ¡había información sobre todo! De cualquier tema que pudieras imaginar, había un experto en algún lugar del mundo que había creado una página web contando lo que sabía.
En esos tiempos no existían ni Google ni la Wikipedia, pero existía el protocolo IRC, hablaba con gente de muchos temas y muchos quedaban impresionados al saber mi edad y me preguntaban por qué no estaba jugando en el parque en vez de estar en un chat sobre HTML.
¡No lo sé! ¡Me apasiona aprender!
Sobre la estupidez
A raíz del principio anterior, debo decir que no tolero la estupidez, entiendo que una persona no tenga estudios, me parece comprensible. Pero otra cosa es no tener cultura alguna y mucho peor, alardear de ello.
Gran parte de culpa la tienen los medios de desinformación masiva que ofrecen auténtica bazofia por televisión cuyo objetivo real es ese, que te mantengas estúpido y seas lo más dependiente de un estado al que le regalarás todo lo que no te robará.
También han contribuido mucho los smartphones, las redes sociales, YouTube y en última instancia Tik Tok y los “verificadores”, o como predijo George Orwell, el ministerio de la verdad.
Veo en internet y en la televisión cuando por desgracia no está en mi mano el poder apagarla, a gente que se ríe porque le han preguntado algo sumamente básico sobre cultura general y no lo sabe, ¡qué tonto soy! ¡jajajaja! no lo entiendo, sinceramente, no puedo llegar a comprenderlo.
Hace décadas John Allen Paulos decía en su libro “El hombre anumérico”, otro de los libros que me cambiaron, que le fascinaba que el ser humano se riera de sí mismo por no saber hacer leer correctamente números o hacer tareas simples de matemáticas, una cualidad que no practicaban con otros de sus defectos.
Nadie se jactaba entonces de no saber leer o no saber la capital de su país, pero en cambio con las matemáticas, nadie tenía el problema de reconocer que no tenía ni idea acompañado de unas risas.
Eso hoy en día lamentablemente pasa con todo, cuanto más avanza la civilización y con ella su tecnología, más estúpida se vuelve esta, la civilización. Cuando paseo sin tapones por la calle y escucho conversaciones de gente jóven me quedo perplejo de que se rían de sí mismos por no saber absolutamente nada.
Bien no nos irá como civilización supuestamente inteligente, cuando la mayor motivación de estos personajillos es recibir “me gustas” en un vídeo donde aparecen haciendo alguna estupidez viral.
Si estás leyendo esto, entiendo que no eres ese tipo de personas, puesto que ninguna de ellas habría aguantado semejante tostón como el que acabo de soltar, ergo felicidades, tienes mi admiración, porque vivimos en un mundo rodeado de tontos y tú, meramente por activar tu curiosidad y leer estas líneas, te mereces mis respetos.
Otros de mis principios.
Actualizado en Abril de 2023.
He escrito mucho más sobre mis principios, al fin y al cabo creo que es una parte vital de cualquier ser humano, pero después de pasarme un par de horas escribiendo me he dado cuenta que había empezado a resultar a ser bastante negativo.
Empecé a recordar historias que ocurrieron en el pasado y acabé escribiendo cegado por el odio y es algo que no quiero plasmar aquí.
Eso no quiere decir que no tenga odio, lo tengo, guardo rencor sobre muchos temas, pero quizá la página principal no es el lugar idóneo para escribir sobre ellos.
Creo que, como persona sincera que soy, y aquí donde intento ser lo más transparente posible, tú como lector debes conocer todo mi ser por mezquinos que puedan resultar algunos aspectos de mi vida, los cuales te aseguro entenderás y compartirás.
Esos puntos, los dejamos para otro día. ¿Te parece?
Otros principios que debes conocer sobre mí pero que no he sido capaz de desarrollar aún.
- Intento escuchar mucho más que hablar: Sobre todo cuando conozco a una persona o alguien que ya conozco trata de contarme algo, primero la escucho atentamente, después analizo todo lo que me ha contado, algo que suele resultar incómodo a veces para la otra persona pues me tomo mi tiempo para responder en silencio, y tras ello respondo si es que me lo ha pedido.
- Soy muy cabezón: en el sentido figurado de la expresión. Soy un cabezota pero por convicción, si sé que tengo razón en algo, me empeño en demostrarlo, aunque no valga de nada. Mi intención no es inflar mi ego, eso no me interesa en absoluto, pero sí sé que tengo razón en algo, me gusta demostrarlo.
- Tengo prejuicios, sí, pero tú también. Y me da igual que digas que tú no los tienes. El que diga que no, miente. Todos tenemos prejuicios basados en alguna experiencia del pasado o quizá en el desconocimiento, pero los tenemos. Y no me vengáis con racismo o xenofobia porque de eso no va el tema, hablo del prejuicio per sé y cito a la RAE:
“2. m. Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.” - Soy agradecido, doy sin esperar nada a cambio. Prácticamente en casi todo, me he encontrado situaciones en lo que esto se ha vuelto en mi contra, por ejemplo una vez presté 1.200€ a una compañera de trabajo para evitar un desahucio y desaparecieron tanto los 1.200€ como la compañera.
No sé qué libro, de los libros que te ayudarán a mejorar económicamente habla de ellos, no lo recuerdo pero creo que es Los Secretos de la Mente Millonaria que habla de dar para recibir, no estoy seguro ahor amismo, por ello te invito a leer mi capítulo sobre esos libros.
A mi el dinero me da igual, si me sobran 20 céntimos, ¿por qué no se los voy a dar a alguien que me los pide? Mi forma de verlo es que me los pide porque los necesita y yo no. No espero nada a cambio, nada. - Tengo todo lo que necesito: sí, de pequeño era más caprichoso y pedía juguetes que no necesitaba simplemente por antojo, yo crecí en una familia de clase media baja y me compraban lo que podían pero nunca, jamás, me faltó nada.
Ahora, tengo todo lo que necesito, si creo que necesito algo (suelen ser libros por los que me encapricho o actualizar tecnología) no me molesta gastar lo que sea en comprarlo. Si lo quiero, lo compro.
No me importa que se revalorice o no, aunque de eso hablaré en otro capítulo, para mi en ese momento tiene valor y si lo quiero, lo compraré.
Este principio creo que es interesante para hablar en el futuro más en profundidad sobre cosas que he comprado como valor refugio y por qué. - Creo en la sinceridad por encima de todo, una persona que no sea sincera en los aspectos más básicos, pues como que no merece mucho la pena ¿no crees?
Evidentemente, de una persona que acabo de conocer no voy a pedirle sinceridad absoluta porque sería una estupidez, pero en las cosas más elementales ¿qué menos?
No sé, quizá pida demasiado, quizá sea demasiado exigente, pero de momento me funciona. - Creo que una de las mejores formas de expresarnos es trabajar con nuestras manos. No sé muy bien cómo expresar con palabras este principio, quizá sea eso a lo que me refiero.
Pienso que todo ser humano debería trabajar con sus manos, crear cosas manualmente, ya sea con barro, arcilla, pintura, escayola, cemento, hierro… ¡Lo que sea! dale rienda suelta a tu imaginación a través de tus manos.
Me hubiera gustado alguna vez tener una marca o símbolo que marcar en piezas artesanas que luego vendiese, sé que hay gente por ahí con mucho talento que se gana la vida haciendo este tipo de cosas, yo no tengo ese talento, ¡o sí!
¡No lo sé! No lo he intentado, siempre se me ha dado bien crear cosas o al menos arreglarlas, quizá uno de mis principios deba convertirse en una de mis metas y hacer cachivaches artesanales que luego, incluso, podría vender.
Creo que voy a dejar mi lista de principios por aquí, porque se está alargando demasiado y quizá lo que merezca es un capítulo más en la historia de mi vida.
No hay final real. Solamente es el lugar donde detienes la historia
Esta frase teóricamente la dijo Frank Herbert, el autor de Dune, uno de los clásicos de la literatura que más ha influido en películas y libros que he leído a posteriori y de los cuales puedo decir que tengo todas las primeras ediciones.
Y es una muy buena frase para terminar esta página, pues mi historia no termina aquí, pero aquí es cuando dejarás de leerla.
Esta página es una mezcla de realidad, ficción futurista y mentira, como intento demostrar con sutilezas en varias partes del texto es un relato realista de semi ficción.
No es que haya partes inventadas, no, no es eso, es que hay partes en las que no puedo contar toda la verdad pues esto al fin y al cabo no es más que un experimento, basado cien por cien en una historia real, en la historia de mi vida pero al fin y al cabo un experimento.
Y como experimento necesita cambios, ajustes, precisar determinadas palabras, enfatizar unas y prescindir de otras.
Guardo un cronograma de todas las fases por las que pasa esta página de inicio, quizá, algún día sea interesante publicar este cronograma y qué implicaciones tuvo en el resto de mi historia.
Todo se verá amigo mío, todo se verá. De momento, espero que hayas disfrutado de mi relato, quizá la próxima vez que leas estas palabras sea en papel pues ya sabes que una de mis metas es escribir un libro que, digamos, no cumpla con los cánones tradicionales.
¡No lo sé! Pero espero, querido amigo mío, que hayas disfrutado leyendo mi historia tanto o más que yo escribiéndola.
Siempre merece la pena esperar.
Nos vemos pronto, amigo.
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